Cuando tengo tiempo me detengo a mirar mis publicaciones en internet, aquellas que creé con las herramientas que ofrece la web y las que contienen trozos de mis pensamientos, de mis sentimientos y de quien soy en esencia.
Hoy tomo mis palabras y escribo por ti... y vuelvo a renacer en tu recuerdo bello, puro y transparente, y vuelvo a abrazarte en la piel suave y blanca de Rocío y a través de sus ojos te veo... es maravilloso el amor por eso, porque su herencia puede llegar a ser tan valiosa que alcanza a valer una vida.
La vidita de Rocío, su año y cincuenta y un días (hoy 17 de septiembre de 2008) es el valor de nuestro amor, un amor que nos llenó el alma durante 5 años y que nos permitió soñar con una vejez juntos, frente al mar, en Ayacara, en una cabaña de madera rústica, llena de música, cine y por supuesto internet, donde nosotros pudiéramos gozar de nosotros mismos... donde nosotros pudiéramos mirar la vida hacia atrás y ser felices por haber alcanzado nuestros sueños.
La vida tiene todas estas cosas, nos da y nos quita en la misma proporción y a veces nos quita más de lo que nos da.
Ya no habrá cabaña frente al mar en Ayacara; no habrá vejez juntos, ni sueños realizados. No haremos ese viaje a la Argentina empezando por Madryn y terminando en Buenos Aires. Solo habrán recuerdos maravillosos de cinco años vividos a full. Cinco años de amor sincero, del más bello de los amores que alguien pudiera desear vivir.
Ya no estará tu cuerpo respirando junto al mío, ni estarán tus ojos mirando lo que mis ojos. Tampoco estarán tus manos envolviendo mis manos, ni tu cuerpo fortaleciendo el mío... No estarán nuestras noches de música, vino tinto y poesías. No estarán nuestras mañanas domingueras de largos desayunos ni tus preguntas interminables a las que yo no podía dar respuestas. No estarán tus comentarios ácidos, esos que me daban tanta gracia; tampoco estarán tus largos silencios ni tus miradas perdidas.
Pero estarás siempre a mi lado. ESTAS. No te has ido. La muerte es muy traicionera, pero no puede conmigo. No me derrota fácilmente, ni me lastima más de lo que le permito.
Cada día, cuando abro mis ojos, en tu lado de nuestra cama está ella, pequeñita y fragil, con su manito gordita apoyada en mi cara. Está allí respirando inocencia. La miro, la abrazo, la beso, y sé que es un pedazo de ti cada espacio de su cuerpo. Hay de ti en ella mucho más de lo que imaginas y a través de ella sigues conmigo y seguirás hasta el último día de mi existencia.